La realidad escondida
Hace medio año no se podía concebir, ni imaginar siquiera lo que estamos viviendo ahora, la vida transcurría normalmente, cosas cotidianas de vida se aglomeraban en nuestras mentes como algo normal, el tiempo transcurría como si fuera otro mundo diferente, aquel que vivimos y el que estamos pasando ahora, los recuerdos de esos días nos hacen pensar la forma en que ha cambiado nuestra existencia, algunas cosas similares y otras con un cambio radical.
Pero dentro de nuestro interior también ha cambiado algo, los ojos que miraban las vivencias de una realidad diferente se podría llamar ilusoria, porque no analizábamos lo que vivíamos, no sentíamos lo que disfrutábamos, no entendíamos ni siquiera nuestro interior como ahora estamos obligados a hacerlo ya que es la única manera de sobrevivir ante esta nueva realidad que nos alejó totalmente de la anterior, que nos ha mostrado que somos tan vulnerables y estamos tan solos como siempre lo hemos estado, solo que ahora tenemos conciencia de ello, una conciencia que a veces quisiera no darse cuenta de lo que está pasando, que no es suficiente para recobrar la cordura aunque sea con un poco de bocanadas absurdas e irrisorias que nos devuelvan un poco de aquello de lo que formábamos parte y, que no éramos capaces de volver consciente hasta cuando un golpe duro nos ha mostrado que podemos percibirlo.
Pero aún así, regresar a esa normalidad que estabas viviendo ya no es suficiente y lo sabes porque ahora estas más vivo, más consciente, más terriblemente seguro que los cambios que sucedieron son lo mejor que te ha pasado en las últimas dos décadas, sí, es tan aparentemente cruel y, tan abismal, que quieres internamente gritar que estabas completamente en un letargo espiritual, en una agonía de la que apenas te dabas cuenta que existía, pero que en tu interior anhelabas que pasara y buscabas afanosamente aquella mirada que te restableciera lentamente el alma.
Sin querer apareció poco antes de toda la hecatombe de acontecimientos que se fueron dando como una sacudida a tu ser interior y exterior, que hizo que se detuviera el tiempo tan precipitadamente que apenas y pudiste tomar conciencia de todo, tan frágil y esencial fue la manera en que llegó la profunda mirada que te devolvió la existencia y que no pudiste detener, acabando y explotando todo lo que estaba y que pensabas que era real y existía.
Ahora te das cuenta después de medio año que no pudo haber sido de otra manera, que era justamente lo que tenía que pasar y tuviste demasiada fuerza y voluntad, el valor abismal para romper con todo y volver a empezar, para comprender que la esperanza es lo último que nos pueden quitar después de mucho tiempo de no ser, de no existir, de no decidir, de fingir una sonrisa, de mirar en tu entorno y darte cuenta que tu alma estaba completamente vacía.
Luego, la decisión, el torbellino de emociones y la carga del pasado, pero ya estaba hecho, no había marcha atrás, y aunque lo difícil fue soportar la soledad, ésta fue la que verdaderamente hizo que todo tomara su debido lugar, que las dudas se disiparan y que todo tuviera un verdadero sentido. Todo comenzó a estar verdaderamente claro, las emociones tomaron su cauce y todo tomó un rumbo especial para sanar las almas, lo que en un principio fué lo más difícil se tornó lo más enriquecedor, sanó todo lo que se había roto, todo lo que no estaba en su sitio se comenzó a acomodar en la vida misma, así que el llamado confinamiento más que ser una cárcel aterradora de infelicidad, terminó siendo la enseñanza más profunda que nunca pensé comprender. Esa otra realidad era en verdad lo irreal y, esta nueva realidad terminó siendo lo real, lo que me hizo volver a nacer.
La realidad aparente
Más allá de las formas en que uno se defiende ante la locura de la soledad y la sana entrega de uno mismo, están las más rebuscadas esferas del inconsciente, la verdadera realidad es la que ha comenzado o, es apenas un esbozo de nuestra intermitente concepción de lo que podría ser una nueva forma de vida. Concibiendo que nuestra paciencia a veces se torna descontrolada e insoportable, no sirven de nada los mensajes motivadores o los varios grupos de despertar espiritual, lo real es que acabas absorbiendo tu humanidad en aras de una esperanza.
Y pasan los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y tú eres exactamente el mismo, de nada valieron las palabras reconfortantes de todos tus contactos en face hablando de ánimo, que esto pasará, que es solo un lapso de tiempo. Un día te levantas y sientes un gran vacío como si el mundo se te viniera encima, te envuelve un miedo cercano a la locura y no te quieres levantar de la cama, esa rica cama reconfortante donde sueñas que nada pasa y que puedes despertar sin más, pero sabes que si pones un pie fuera es la fría realidad la que te espera.
Pararte, entender que no ha cambiado nada, que sigue existiendo el problema en tu entorno, que nada ha pasado y es más alarmante todo, además te das cuenta que ya se ha vuelvo tan real esta realidad que no quieres salir, prefieres quedarte en tu casa y, lo peor, te vas dando cuenta de cuántos amigos realmente tienes que los puedes contar con una mano y aquellas personas que pensabas que eran cercanas a tí no existen, son amigos de paso y, todavía te das más cuenta cuando abusivamente una compañía telefónica te agarra dormida y te cambia de empresa sin que tú lo quieras, te das cuenta como las redes sociales o las compañías de teléfono no tienen reparo en meterse en tu intimidad, de engañarte, y peor aún es que lo permites.
Esta nueva normalidad da pie a que nos hagamos sumamente dependientes de la tecnología y no nos demos cuenta de todo lo demás que tenemos, vivimos plenamente convencidos que no hay otra manera de vivir que no sea ver Netflix, Youtube, Facebook, Watts, Amazon o todas las variantes de televisión de paga, es como un circuito cerrado sin salida, sin retorno, pero luego te sumerge la cotidianidad como un gran lastre encima, entonces gritas y te rebelas al capítulo de tu serie favorita y prefieres practicar tu acorde de bajo preferido, así buscas en Youtube cómo sacar ese acorde e inclusive que sirva de pista `para grabar el bajeo con mi celular´, entonces, te das cuenta que éstas redes de comunicación también te sirven para crear y no solo para estar como un robot observando todo, y mejor aún, de darte cuenta que son una herramienta y no un fin.
Me recuerda la vieja usanza de Don Juan, relatada por Carlos Castaneda, que decía que utilizaba ciertas drogas para abrir la mente de Carlos porque él era muy estructurado mentalmente y necesitaba que abriera su mente para seguir con la enseñanza; bueno, hago esta comparación con las herramientas tecnológicas porque creo que nos deben ayudar para la creación y no solamente utilizarlas como un fin, ya que nos permitirían crear y actuar en lugar de permanecer varados a una manipulación que es conveniente para el sistema. La única manera de salir del sin sentido de vivir o del nihilismo que nos habla Nietzsche o Heidegger es haciendo arte, la única manera de subsistir en el mundo y en la época que estamos viviendo es justamente esa, crear y volver lo imposible posible, volar con nuestra imaginación a nuevas formas de crear una realidad aparte, una realidad que no nos haga sentir un vacío en las mañanas, que no nos envuelva a consumir lo que nos queda de libertad y humanidad. Es volver a confeccionar nuestra realidad desde nuestra esencia para poder tener un poco de esperanza y volver a recobrar el dominio de la vida conscientemente hacia una luz creadora universal.