A pesar de haber vivido días difíciles por la muerte de su madre en semanas anteriores por causa de una enfermedad crónica, el desempleo laboral y las necesidades económicas que implican ser madre de dos hijos, María mi cuñada, esperaba que quizás el único día en que recibe un reconocimiento por parte de la sociedad por ser fundamento de ella, a pesar del retrógrado machismo cultural de México, fue un día de dolor profundo e inusitado. Quien debería ser garante de la seguridad del ciudadano en sus derechos inalienables como es el derecho a la salud, el Estado Mexicano, no ha cumplido su deber, a pesar de la voluntad que todos los días exclaman las autoridades responsables, pareciera que en la batalla que tienen en contra de los conservadores por la campaña de desinformación en todos los medios de comunicación, también han perdido horizonte en el manejo de la gestión pública que se lleva a cabo en los hospitales.
Dario Fernández Fierro es el hospital del ISSSTE donde estuvo por alrededor de 15 días internado el adulto mayor de nombre Ausente Reclamo, para honrar su verdadero nombre en estos días de luto, su primer síntoma del coronavirus empezó con fiebre y después de ser hospitalizado por dos semanas se le dejó salir para seguir su recuperación en casa, al cabo de tres días se volvió a sentir mal, en esta ocasión ya no podía respirar y, poco a poco se complicó hasta que al llegar al Hospital Manuel Gea González se murió sin poder ser atendido nuevamente.
Las medidas de seguridad y de prevención que se están implementando en los hospitales son nulas, a su arribo al hospital con el hoy occiso, los familiares en vez de ser puestos a revisión al menos para detectar si también estaban contagiados, por tener contacto directo con el fallecido, se les indica que regresen a sus casas a que se autoaíslen, sin ninguna muestra nasal o sanguínea para detectar posibles contagios, algo que debieron haber hecho desde quince días antes, cuando se hospitalizó al occiso, más aún cuando por hechos empíricos se sabe que pueden ser también fuente de contagio, que en un lapso de entre 4 y 7 días hay dos posibilidades para los familiares, según la información que presenta en su sitio de internet[1] la Secretaría de Salud, a través de su Comisión Coordinadora que está a cargo de la pandemia del país, o se incuba el virus en ese lapso de días y se empiezan a tener síntomas ó, se es asintomático y puede seguir contagiando a familiares incluso niños sin tener síntomas la persona misma.
Según los Lineamientos Clínicos para atención a pacientes por COVID-19[2] y, en base a estudios recabados por reconocidos investigadores chinos, la fiebre es un síntoma catalogado como diagnóstico operacional clínico de gravedad aprobado por el Comité Nacional para la Vigilancia Epidemiológica (CONAVE), donde menciona que ¨el trabajo clínico debe enfocarse a diagnosticar o descartar neumonía u otras entidades relacionadas, de acuerdo con las comorbilidades de los pacientes; como serían la exacerbación de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y de asma, entre otras¨, y en el Lineamiento estandarizado para la vigilancia epidemiológica y por laboratorio de COVID-19[3], se menciona que ¨ante la identificación de un caso sospechoso de enfermedad respiratoria viral en los diferentes niveles de atención médica del país, se aplicarán las siguientes medidas preventivas¨, y agrega ¨en aquellos casos sospechosos que no requieran hospitalización, se deberán manejar en aislamiento domiciliario y dar seguimiento a través de monitoreo diario durante 7 días o hasta contar con el resultado de laboratorio…¨ y posteriormente recalca en su medida número 10:
¨Se considerará como paciente recuperado a aquel caso confirmado, en el cual hayan transcurrido 14 días a partir del inicio de síntomas y que no hubiera fallecido o se encontrara aún hospitalizado¨.
Aunque sabemos que los protocolos han cambiado con la entrada a nuevas fases, con esta información de las autoridades podemos analizar un caso de negligencia médica, el señor Ausente Reclamo tuvo fiebre, se le confirmó su contagio, se le hospitalizó y en ningún momento se contactó a sus familiares para determinar si estaban también contagiados, porque podrían ser potenciales casos sospechosos, pasaron 14 días y lo consideraron recuperado, no hubo seguimiento diario de llamadas telefónicas y al tercer día fallece al llegar al hospital por complicaciones respiratorias, sus hijos lo llevaron convaleciente y aún hoy 10 de Mayo, con la terrible evidencia de la muerte aún no han recibido una prueba diagnóstico para seguir evitando contagios y muertes, se les indica que se vayan a su casa y se autoaíslen, como si fuese un pueblo remoto alejado de la civilización donde no hay pruebas diagnósticas, personal medico para dar seguimiento o, insumos y camas suficientes para no sacar con antelación a sus pacientes, un pueblo abandonado dentro de la Ciudad de México, para ser precisos, en San Andrés Totoltepec.
Ya han habido voces de reconocidos intelectuales y académicos nacionales e internacionales que mencionan la falta de capacidad de los sistemas sanitarios, tanto en México como en el mundo, como lo explica Julio Bolvinik[4] ¨Sin información adecuada, se presenta una estrategia de reactivación económica que individualiza el conflicto entre trabajar y cuidar la salud¨ en un reciente artículo, explicando las deficiencias en México dando cifras comparativas en relación a las pruebas diagnósticas que se han hecho en el país en contraste con otros países también afectados por el coronavirus, nos hemos quedado relegados. Y para no ser tendenciosos, se puede decir lo mismo de los sistemas sanitarios de los países desarrollados, que también han sido sobrepasados, que en un análisis más exhaustivo nos comparte Ignacio Ramonet también en el periódico la Jornada[5]. Sabemos que en México, el pasado inmediato de neoliberalismo y desestructuración del sistema de salud por los gobiernos anteriores no debe dejarse de lado en la valoración, sin embargo, también sabemos que la sola voluntad del ejecutivo o su gabinete no es suficiente, ya que dicha desestructuración no sólo fue material sino cultural, y muchos servidores de salud siguen trabajando bajo una dinámica de falta de profesionalismo, falta de ética y de negligencias médicas e impunidad, por eso es que se requiere hacer uso exhaustivo de mecanismos de control, seguimiento, evaluación y de impacto en la estrategia de emergencia que llevan a cabo tanto los gobiernos locales como el federal.
Entonces, podemos concluir que los Lineamientos están mal diseñados o no debidamente actualizados y, a su vez, mal entendidos o terriblemente puestos en práctica, lo cual nos podría indicar que demasiadas muertes pudieron evitarse si se hubiesen llevado medidas eficaces de control de pacientes y de mecanismos de seguimiento, con criterios más amplios de aceptación o rechazo, tanto para ser ingresados y evacuados del hospital como para las pruebas diagnóstico de los casos sospechosos, puesto que al haber casos de personas asíntomaticas, muchas siguen haciendo sus actividades laborales y familiares contagiando a quienes les rodean, como éste caso, el cual puede estarse reproduciendo a nivel nacional. Quizás y lo más probable, como pasa en la mayoría de los países del mundo desarrollado, el sistema sanitario mexicano subdesarrollado y desestructurado por décadas, ha sido rebasado, desbordado y, no se quiere aceptar una derrota que, aunque nace del pasado, se quiere encubrir en la presente administración local y federal.
Los restos del fallecido han sido depositados en el panteón de San Lorenzo Tezonco, y sólo gracias a que su pareja es trabajadora del ISSSTE, su seguro absorbió los gastos funerarios, porque los más desafortunados tienen que pagar de su carente cartera los estragos de un sistema sanitario deficiente, el mismo que hace más de una década le diagnosticó a mi madre cáncer de matriz y le calculó máximo 5 años de vida queriéndole practicar quimioterapia y que, gracias a una segunda opinión profesional privada nos dimos cuenta que era sólo una infección y en este momento está aún a salvo en casa, fue el mismo hospital general Manuel Gea González donde murió el hoy occiso donde gobiernos van, gobiernos vienen y los mecanismos de control o de seguimiento se transforman de letra a cuerpos muertos. Creemos en la honestidad del ejecutivo federal, nosotros como familia votamos por él porque queremos y necesitamos un cambio, sabemos que es complejo y difícil el proceso, pero las voluntades sólo pueden ser reales cuando hay instituciones que las hagan valer. Sin menospreciar el esfuerzo que hasta ahora se ha hecho a nivel federal, creemos que por comparaciones y datos, se debe voltear la mirada hacia las naciones asiáticas que son las que han aplicado medidas más eficaces de control, seguimiento y evaluación de impacto de sus estrategias sanitarias, que es donde hay más pruebas diagnóstico implementadas a sus poblaciones y donde menos muertes han habido en comparación con el tamaño de sus poblaciones, quizás allí se puede encontrar un poco de esperanza.
Viridiana Martínez
[1] https://coronavirus.gob.mx
[2] https://coronavirus.gob.mx/wp-content/uploads/2020/04/Lineamiento_Clinico_COVID-19_CCINSHAE_14022020.pdf.
[3] https://www.gob.mx/salud/documentos/lineamiento-estandarizado-para-la-vigilancia-epidemiologica-y-por-laboratorio-de-la-enfermedad-respiratoria-viral.
[4] https://www.jornada.com.mx/2020/05/15/opinion/022o1eco
[5] https://www.jornada.com.mx/ultimas/mundo/2020/04/25/ante-lo-desconocido-la-pandemia-y-el-sistema-mundo-7878.html