Los aportes de Karl Marx a la ciencia social

Abelardo Mariña Flores

Los aportes de Karl Marx a la ciencia social (a 200 años de su nacimiento)

El quehacer científico de Marx debe ser continuado en una doble dirección. Por un lado, se requiere completar la exposición de las múltiples determinaciones generales que dan cuenta de la estructura y dinámica del capitalismo; por otro, avanzar en el análisis de las formas concretas contemporáneas de existencia del capital en su proceso de reproducción: tanto económicas como sociales y políticas.

El contenido de la obra de Marx sólo puede comprenderse como resultado de su específica praxis de vida, en la que se articulan de manera dialéctica sus actividades, por un lado, como científico social y, por otro, como activista político revolucionario. La interacción entre teoría y práctica en Marx tiene siempre un carácter pendular determinado por la importancia y peso relativo, en distintas etapas de su vida, de las necesidades subjetivas y objetivas de su quehacer revolucionario y científico y, por supuesto, de su experiencia política y teórica acumulada. La naturaleza dialéctica de estas oscilaciones se expresa en la relativa “preeminencia” de alguno de los dos polos en contextos y periodos diferentes de su vida.

Tomemos, por ejemplo, su célebre tesis 11 sobre Feuerbach que dice: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”(Marx, 1845), redactada en 1845 en el contexto de las fuertes convulsiones económicas y políticas en Europa que desembocaron en las revoluciones de 1848. Podríamos decir que, en este periodo, en el que Marx y Engels también redactan el Manifiesto del partido comunista, el activismo revolucionario de Marx subsume (incorpora, pero subordinadamente) a su actividad científica (a la “filosofía”). Las prioridades son la organización programática y la agitación para intentar influir, desde una perspectiva de clase, en las revueltas.

La derrota de las revoluciones de 1848, que lleva a Marx al exilio forzado en Inglaterra en 1849, fue evaluada crítica y extensamente por Marx: en particular, analiza el desarrollo de “ las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850” (Marx, 1850) y el ascenso de Luis Bonaparte (Marx, 1852). Frente a las expectativas poco favorables para el desenvolvimiento de nuevas oleadas revolucionarias, al menos en lo inmediato, Marx decide retomar sus estudios sobre economía y dilucidar las leyes de funcionamiento de la sociedad burguesa. El objetivo es conocer a fondo las entrañas del enemigo para detectar sus contradicciones esenciales lo mismo que sus fortalezas, así como los elementos materiales, objetivos y subjetivos, para su superación. En su crítica de la economía política, que se desarrolla sistemáticamente a partir de 1857 no sólo como una explicación del funcionamiento del sistema capitalista, sino como una crítica a los economistas que han escrito hasta esa fecha, podríamos afirmar que la actividad científica (la filosofía) subsume a su actividad revolucionaria. La prioridad es ahora acumular las fuerzas que derivan del conocimiento científico de la realidad social para estar mejor preparados en las siguientes olas revolucionarias encaminadas a destruir al sistema capitalista.

Sus aportes como científico social

Aunque Marx inicialmente estudia jurisprudencia, sus intereses abarcan un amplio espectro: de la Filosofía a la Historia. De hecho, para Marx la ciencia social resulta ser una disciplina única que subsume a las distintas “subciencias” sociales: la Filosofía aporta las bases ontológicas (en su caso, materialistas) y epistemológicas (dialéctica) que guían el estudio de la Historia (pasada y presente) de la humanidad a partir del análisis de la interdependencia de las distintas dimensiones del proceso de reproducción de las sociedades: la social, la política y la económica. En este sentido, los aportes de Marx como científico social en el campo de la Filosofía, la Historia, la Sociología, la Ciencia Política y la Economía Política deben evaluarse siempre como elementos, con muy desiguales grados de avance y desarrollo, de un todo inacabado en proceso continuo de construcción como discurso científico.

La Introducción general a la crítica de la economía política (Marx, 1857), texto inconcluso e inédito redactado como introducción de los manuscritos de 1857-1858 (Elementos fundamentales para la crítica de la economía política[Marx:1857-1858]), constituye, al mismo tiempo, un punto de llegada articulado de las reflexiones de Marx como científico social, previas al inicio de su inconclusa “crítica de la economía política”, y el punto de partida de la redacción de la misma en sucesivas oleadas (Marx: 1859; 1861-1863), que culminarán con la edición de El capital (Marx, 1873: primera edición del primer volumen en 1867; segundo y tercer volúmenes, editados póstumamente por Engels, 1885 y 1894, respectivamente). En la “Introducción”, Marx presenta un marco ontológico-epistemológico general, el del materialismo dialéctico, al igual que los elementos teórico-conceptuales básicos de su aplicación al análisis de las sociedades humanas en general y de las sociedades clasistas en particular. A partir del mismo, acomete la tarea de desarrollar un análisis integral, exhaustivo y articulado de los fundamentos sociales, económicos y políticos de la estructura y dinámica de funcionamiento del modo de producción capitalista, que es el objeto específico de El capital.

En un plano filosófico general, en lo que respecta a la perspectiva ontológica, Marx propone un enfoque materialista en el que el objeto de estudio de la ciencia es la naturaleza en su conjunto. El ser humano es parte integrante de la naturaleza, como cualquier otro ser vivo. Sin embargo, se diferencia del resto de seres vivos en general y del resto de los animales en particular porque en su evolución logró desarrollar una racionalidad específica que le permite a su mente no sólo generar abstracciones a partir de las percepciones de su entorno, sino imaginar cosas y relaciones no-existentes. En un enfoque materialista, los resultados del pensamiento humano (abstracciones e imaginaciones) no son el punto de partida de las explicaciones científicas; al contrario, deben ser explicados en la interacción del ser humano con la naturaleza.

 También en un plano filosófico general, en términos epistemológicos, podemos destacar los aportes metodológicos de Marx al quehacer científico. Sin ser exhaustiva, su descripción de los momentos de todo proceso de conocimiento con enfoque materialista, así como de sus métodos de razonamiento, sigue siendo útil para la investigación científica. Según la propuesta de Marx sobre el contenido del materialismo dialéctico, lo concreto (no-explicado), entendido como la totalidad de relaciones, no dilucidadas, y la totalidad de los elementos, no especificados, que conforman el objeto de estudio, es establecido como el “caótico” punto de partida de toda investigación. El resultado de un recurrente proceso de análisis que busca detectar, simultánea y alternadamente por vía de la inducción y la deducción, los elementos constitutivos esenciales de los fenómenos es el pasaje de lo “concreto” (no explicado) a lo “abstracto”, como el conjunto de las determinaciones generales y más simples de la realidad estudiada. La reconstrucción en el pensamiento de lo real, como la síntesis ordenada, jerarquizada y articulada de las múltiples determinaciones y relaciones que, con diferentes niveles de esencialidad (generalidad) y concreción, expresan los elementos de la realidad constituye el pasaje también por vía de la inducción y la deducción simultáneas y alternadas, de lo “abstracto” a lo “concreto” (explicado) como representación científica (teórica), siempre parcial e inacabada, del objeto de estudio (Marx, 1857, sección 3).

La aplicación del materialismo-dialéctico al estudio de las sociedades humanas implica la explicación de los elementos técnico-económicos, sociales y político-ideológicos que hacen posible la reproducción en el tiempo de tales sociedades. La reproducción es entendida como el proceso repetitivo de producción-consumo a través del cual las sociedades satisfacen periódicamente sus necesidades.

El análisis de la producción se fundamenta en dos premisas:

i) La producción es la actividad humana que se apropia de la naturaleza transformándola para obtener valores de uso, tangibles o intangibles, que satisfacen sus necesidades en el consumo[1]. Por tanto, toda producción tiene dos elementos: uno subjetivo (el hombre), otro objetivo (la naturaleza). El hombre con su trabajo (desgaste físico y mental de sus capacidades) transforma el objeto de trabajo (materias primas) en producto (valores de uso); para ello, utiliza medios de trabajo que se interponen entre él mismo y el objeto de trabajo (herramientas) en entornos productivos particulares (construcciones e instalaciones) y utilizando asimismo materias auxiliares (combustibles, electricidad, etc.) (Marx, 1873, sección 3).

ii) La producción es siempre un proceso social[2] que, como totalidad, se desarrolla en el marco de la división del trabajo, tanto en el interior de las unidades de producción- consumo, entre ramos sociales de la producción y dentro de las unidades de producción[3]. En este marco, no caben los enfoques individualistas y economicistas (las llamadas por Marx “robinsonadas”). Lo económico, lo social y lo político-ideológico (normas e instituciones) son dimensiones de un proceso único.

La producción, en su continua repetición, esto es, la reproducción como síntesis de múltiples determinaciones, consta de cuatro momentos, interdependientes y asimétricos[4]. La producción como tal es la forma en que el ser humano se articula con la naturaleza, transformándola, y, con ello, es el fundamento material de la reproducción social. El consumo, improductivo y productivo, es el proceso a través del cual se satisfacen las necesidades sociales a partir de los resultados de la producción. La distribución es, por un lado, reparto de medios de producción entre los integrantes de toda sociedad y reparto de los elementos subjetivo y objetivo en distintos ramos de la producción y, por otro, asignación de las distintas partes del producto social a los distintos estratos que conforman toda sociedad. El intercambio es el reparto de la gran variedad de valores de uso (genéricamente medios de producción, bienes de consumo básico, bienes de lujo) entre los distintos integrantes de la sociedad sobre la base de sus particulares formas de participación en la asignación (distribución) del producto social (Marx, 1857, sección 2).

Es importante destacar la necesidad para Marx de distinguir entre las determinaciones generales de toda producción y reproducción, válidas para cualquier etapa histórica, y las determinaciones particulares específicas de cada etapa histórica. En primer lugar, es fundamental señalar la especificidad de las sociedades clasistas en las que un segmento de la sociedad se apropia de una parte del producto del trabajo de otro segmento de esa misma sociedad. El desarrollo histórico de las sociedades clasistas implica la existencia de al menos dos clases sociales definidas cada una de ellas en su oposición (irreductible) con la otra: la clase apropiadora (explotadora), en un extremo, y la clase despojada (explotada), en el otro; implica, asimismo, la producción y reproducción de un “excedente”, que es la forma en que eufemísticamente las ciencias sociales “tradicionales” llaman a la parte del producto de los trabajadores que les es expropiada y que, por tanto, éstos ni conservan ni utilizan ni consumen. Cabe destacar que para Marx la producción y reproducción del excedente, al ser éste plustrabajo expropiado a los trabajadores, es un hecho al mismo tiempo técnico-económico, social y político-ideológico; por tanto, susceptible de ser analizado por las distintas ciencias sociales: la Economía, la Sociología, la Ciencia Política. Es un hecho técnico-económico porque la posibilidad de expropiar de manera sistemática a los productores directos de una parte del producto de su trabajo, sin poner en riesgo su reproducción y la de su capacidad colectiva de trabajo, implica un grado mínimo de desarrollo de la fuerza productiva del trabajo social. Es un hecho socialporque implica el establecimiento de vínculos permanentes entre segmentos específicos de una sociedad que se relacionan entre sí, de forma contradictoria, en función de los procesos de producción y reproducción; esto es, implica el desarrollo de relaciones sociales de producción específicas en cada tipo de sociedad. Es un hecho político porque la apropiación del excedente siempre implica un ejercicio de fuerza por parte de una clase (la explotadora y dominante) sobre otra (la explotada y dominada), ejercicio regulado por un conjunto de normas  e instituciones (esto es, por un Estado) que tienen como objetivo la reproducción de las condiciones de tal apropiación. El hecho político es, a su vez, un hecho ideológico(cultural) en la medida en que el proceso de apropiación de trabajo ajeno siempre intenta ser justificado, más o menos convincentemente, en términos del bien común.

Finalmente, en su análisis específico de la sociedad capitalista, de su estructura y de su reproducción, Marx incorpora el hecho de que en la producción burguesa la apropiación del trabajo ajeno se realiza sobre la base del monopolio de la propiedad privada de los medios de producción por parte de la clase no-productora, por un lado, y la consecuente carencia de los mismos por parte de la clase productora, por otro; la primera, la clase capitalista, se apropia del “excedente” bajo la forma de plusvalor; la segunda, la clase asalariada, recibe a cambio de su trabajo sólo una parte de su producto: el salario. Ello tiene múltiples implicaciones que Marx

desarrolla a lo largo de su crítica de la economía política: el carácter universalmente mercantil de la producción en el capitalismo, el carácter dinerario-monetario del intercambio de productos; la cosificación de las relaciones sociales y la personificación de las “cosas” (dinero, capital), la subsunción formal y real del elemento subjetivo de la producción social (el trabajador, como trabajador asalariado) al elemento objetivo de la misma (los medios de producción bajo la forma social del capital), la naturaleza contradictoria de la dinámica del sistema que resulta en el estallido recurrente de crisis cíclicas y estructurales.

La actualidad del pensamiento de Marx

Si bien Marx en su obra expone las leyes (económicas, sociales, políticas) generales de funcionamiento del sistema capitalista, debido a su carácter inacabado (lo que, en realidad, es verdad para la obra de cualquier científico) y al propio desarrollo histórico de las formas concretas de operación del capitalismo (en sus distintas dimensiones), su quehacer científico debe ser continuado en una doble dirección. Por un lado, se requiere completar la exposición de las múltiples determinaciones generales que dan cuenta de la estructura y dinámica del capitalismo que, si bien en su mayor parte están esbozadas o intuidas en los escritos de Marx, deben ser especificadas y articuladas en sus sucesivos niveles de complejidad y concreción. Por otro lado, se requiere avanzar en el análisis de las formas concretas contemporáneas de existencia del capital en su proceso de reproducción: tanto económicas como sociales y políticas. En el caso de ambas tareas, los aportes ontológico-epistemológicos de Marx, sintetizados en el materialismo dialéctico, deben ser de gran utilidad. En el 200 aniversario de su nacimiento, la mejor (y más creativa) forma de celebrar a Marx es leyendo y analizando su obra y, por supuesto, confrontarla con la realidad en la que vivimos.

1 “Toda producción es apropiación de la naturaleza por parte del individuo en el seno y por intermedio de una forma de sociedad determinada” (Marx, 1857: 7).

2 “Individuos que producen en sociedad, o sea, la producción de los individuos socialmente determinada: este es naturalmente el punto de partida” (Marx, 1857: 3).

3 La producción tampoco es sólo particular, “[…] es siempre un organismo social determinado, un sujeto social que actúa en un conjunto más o menos grande […] de ramas de producción” (Marx, 1857: 6).

4 “[…] no es que la producción, la distribución, el intercambio y el consumo sean idénticos, sino que constituyen las articulaciones de una totalidad, diferenciaciones dentro de una unidad. La producción trasciende tanto más allá de sí misma en la determinación opuesta de la producción, como más allá de los otros momentos. A partir de ella el proceso comienza siempre nuevamente” (Marx, 1857: 20).

* Área de Sociedad y Acumulación Capitalista, Departamento de Economía, UAM-Azcapotzalco. Correo electrónico: <abmf@azc.uam.mx>.

Este artículo ha sido reproducido aquí con autorización de su autor de EL COTIDIANO, REVISTA DE LA REALIDAD MEXICANA ACTUAL. Año 34, número 210, julio-agosto de 2018, que es una publicación bimestral editada por la Universidad Autónoma Metropolitana a través de la Unidad Azcapotzalco, División de Ciencias Sociales y Humanidades.

Referencias

Marx, K. (1845). “Tesis sobre Feuerbach”. Marx, K. y Engels, F. [1962], Obras escogidas en dos tomos (426-428). Moscú: Edición del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética/Ediciones en Lenguas Extranjeras, tomo II.

Marx, K. (1850). “Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850”. Marx, K. y Engels, F. [1962], Obras escogidas en dos tomos (124-225). Moscú: Edición del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética/Ediciones en Lenguas Extranjeras, tomo I.

Marx, K. (1852). “El dieciocho brumario de Luis Bonaparte”. Marx, K. y Engels, F. [1962], Obras escogidas en dos tomos (226-323). Moscú: Edición del Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética/Ediciones en Lenguas Extranjeras, tomo I.

Marx, K. (1857). “Introducción general a la crítica de la economía política”. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse) 1857-1858 (3-33).

México: Siglo XXI, 1971.

Marx, K. (1857-1858). Elementos fundamentales para la crítica

de la economía política (Grundrisse) 1857-1858. México: Siglo XXI, 1971 (vol. 1), 1972 (vol. 2), 1976 (vol. 3).

Marx, K. (1859). Contribución a la crítica de la economía política.

México: Siglo XXI, 1980.

Marx, K. (1861-1863). Economic Manuscript of 1861-63. Collected Works, volumes 30-34. Nueva York: International Publishers, 1988.

Marx, K. (1873, 2a edición). El capital. Tomo I. México: Siglo XXI, 1975 (3 volúmenes).

Marx, K. (Engels, F.) (1885). El capital. Tomo II. México: Siglo XXI, 1976 (2 volúmenes).

Marx, K. (Engels, F.) (1894). El capital. Tomo III. México: Siglo XXI, 1976 (3 volúmenes).


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