Una mirada martiana hacia Bolivia: el imperialismo yanqui detrás del golpe de estado
Introducción
José Martí destaca la importancia de la independencia de los pueblos. Las naciones de la América deben ser libres, de pueblos con una causa común para emancipar a los oprimidos de los opresores; un pueblo sin discriminación de razones, con una afición hacia el derecho de ejercer “la razón de todos en las cosas de todos” (Martí, p. 35); un pueblo soberano, exento de la “la soberbia de las ciudades capitales, del triunfo ciego de los campesinos desdeñados, de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas, del desdén inicuo e impolítico de la raza aborigen” (ibidem).
Bolivia intentaba, a partir de un gobierno que reconocía los factores reales del país, ser una nación independiente. Sin embargo, eso no terminó de consumarse. A finales del año 2019, Bolivia pasó por un momento democrático difícil: llegó el golpe de estado derivado de un supuesto fraude electoral; uno de tantos golpes, pues la República de Bolivia ha vivido “no menos de ciento noventa revoluciones y golpes de estado” (Anderson). El presidente Evo Morales se vio obligado a renunciar después de que el jefe de las fuerzas armadas de Bolivia, Williams Kaliman, le sugirió que renunciara “por el bien de Bolivia”. Jon Lee Anderson comenta en su crónica:
Cuando hablé con Morales por primera vez, en una llamada telefónica dos días después de que llegara a México, insistió en que era víctima de una conspiración en la que los imperialistas norteamericanos instigaban a los oligarcas de Bolivia. “Ellos no me perdonan porque nacionalicé los recursos naturales”, dijo. “No me perdonan a mí porque hemos reducido la pobreza extrema. Usted sabe que en el sistema capitalista se dice que los pobres solo deben preocuparse por cuidarse ellos, y no habrá problemas sociales. Pero eso no funciona en Bolivia”. Como en muchas otras ocasiones, Morales acusó a sus enemigos de ser racistas, alegando que no toleraban el hecho de que un “indio” hubiera llegado a ser presidente. (Anderson)
¿La renuncia “obligada”, el supuesto fraude electoral y la llegada de un nuevo gobierno autoproclamado fueron causas de un poder extranjero como dice Morales? Según las bases de la América independiente de José Martí, ¿Bolivia fue patria conquistada por los imperialistas yanquis? ¿Se puede calificar como un acto imperialista lo que sucedió en Bolivia? ¿La intervención estadounidense está presente detrás del mandato de Jeanine Áñez, la que presidió en la república por parte de una oposición conservadora? ¿Es válido el pensamiento de José Martí al compararse con una situación actual? En este ensayo se responderán a estas preguntas.
Bolivia: una nación con extrema desigualdad
La América lleva consigo las cicatrices imborrables de la historia. Dice Martí que “toda obra nuestra, de nuestra América robusta, tendrá, pues, inevitablemente el sello de la civilización conquistadora”, (Martí, p. 8). Bolivia, así como la entera Latinoamérica, está dividida por diversos grupos étnicos y sociales. Jon Lee Anderson describe la desigualdad de Bolivia:
En los barrios populares que cubren las laderas del cráter, las viejas casas de adobe han sido reemplazadas por otras de ladrillo rojo, y por encima de ellas pasan teleféricos coloridos que transportan pasajeros desde la base hasta la cumbre de las laderas. En los suburbios del sur, muy expandidos, donde viven la mayoría de los paceños pudientes y más blancos, unos adolescentes de apariencia acomodada caminan desde una tienda de United Colors of Benetton hasta un Burger King. En Calacoto, un barrio con casas amuralladas y hoteles de lujo, una agencia de viajes anuncia paquetes a Disney World. (Anderson)
Lo que dice Anderson sobre las clases altas sirve como ejemplo para expresar el extranjerismo y sus capitales. Las empresas estadounidenses concentran sus empresas en territorios vírgenes. Un factor importante por el que esto se lleva a cabo es el consumismo de la población acomodada. Anderson narra acerca de unos adolescentes que, después de salir de una tienda italiana, se dirigen hacia un centro de comida rápida proveniente de Estados Unidos. “El lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero” (P. 37), dice Martí en “Nuestra América”. Tal parece que la cotidianidad de la clase pudiente se basa en comprar lujos y antojos insanos, mientras que la popularidad vive día a día en busca de un mejor porvenir, libres del consumismo[1].
Al vivir entre una desigualdad tan visible, el pueblo tiene distintos intereses. En una nación donde se discrimina a los indígenas, incluso al mismo presidente, también hay exclusión y preferencia de pensamientos. Para Martí, la América debería ir hacia el fin de la discriminación de razones. Los gobiernos, de igual manera, tendrán que buscar el bien común[2]. Además de tener esta iniciativa, Evo Morales, perteneciente a la etnia aymara y primer presidente indígena, consideró de mayor importancia a los pueblos de bajos recursos sociales. Anderson narra el trato irrazonable que recibían los indígenas en la historia de Bolivia:
Los adversarios de Morales lo han acusado, no sin razón, de favorecer al altiplano, pero sus esfuerzos también contribuyeron a reparar una injusticia histórica. Después de la brutalidad de la conquista española, los bolivianos indígenas fueron sometidos a un sistema de trabajo feudal que persistió hasta la década de 1950, y a efectos prácticos se les negaba el voto. Incluso después de que cambiaran las leyes, las actitudes racistas siguieron profundamente arraigadas, y los ciudadanos indígenas vivieron, en su mayor parte, en la pobreza, sin acceso a títulos de propiedad, créditos bancarios, educación universitaria ni empleos gubernamentales.
La población privilegiada se vio amenazada por la falta de atención por parte del gobierno de Morales. Declara Martí que “por entre las divisiones y celos de la gente india adelanta en América el conquistador” (p. 26). Así como el español entró en la América antigua, ahora interviene el privilegiado, con ayuda del norteamericano, al poder. Para Martí, en la América no debería haber odio entre razas, pues no las hay, sino una misma unión entre americanos. “En enero, instando a la unidad durante las elecciones, Áñez advirtió que el país no permitiría ‘que los salvajes regresen al poder’ ” (Anderson). Martí no estaría de acuerdo con un gobierno donde se repudia a su propia gente. Para él, más bien, sería una tiranía.
Imperialismo yanqui y consumación del golpe de estado
Desde su mandato, Morales nacionalizó la industria de hidrocarburos y liberó los recursos naturales de las compañías extranjeras. Esto permitió que Bolivia tuviera un gran potencial en el desarrollo del litio que, asegura el artículo del Atlantic Council, puede convertirse en un problema geopolítico por su importancia en la industria productora (Crowther). La nacionalización de los recursos naturales podría significar una amenaza para Estados Unidos, pues la nación norteamericana no dominaría el mercado del litio, a menos que mantengan una alianza con el gobierno[3]. Martí veía un acto de conquista cuando los extranjeros arriban para explotar las riquezas de las tierras. El artículo del CELAG expone que Estados Unidos pudo interferir en una guerra por la vía judicial en las elecciones. Así, se recurre a la ley como un arma para lograr los objetivos políticos (Romano, p. 7).
José Martí critica los malos usos de las leyes. Para él, la ley no es un monopolio, sino una honorable propiedad común (Martí, p. 12). La democracia no ejerció ese derecho en Bolivia. Si bien Morales deseaba reelegirse después de casi catorce años de mandato, la mayoría del pueblo lo quería. El artículo del CELAG manifiesta que la OEA abusó de las normas para inferir en el camino político. Además, la organización no actuó sola, sino con ayuda del impacto de la opinión pública a través de los medios, pues estos generaron linchamiento y acusaciones que deslegitimaban el proceso electoral, como BBC, New York Times, Washington Post, The Guardian y France (Romano, p. 7). Por lo tanto, el golpeteo político también se manifestaba con ayuda de los medios. En “Nuestras tierras latinas” Martí descubre la guerra indirecta de Estados Unidos:
Los Estados Unidos se han palpado los hombros y se los han hallado anchos. Por violencia confesada, nada tomarán. Por violencia oculta, acaso. Por lo menos, se acercarán hacia todo aquello que desean. Al istmo lo desean. A México, no lo quieren bien. Se disimulan a sí propios su mala voluntad, y quisieran convencerse de que no se la tienen; pero no lo quieren bien (Martí, p. 19).
Estados Unidos no planteará los escenarios correspondientes para lanzar bombas y entrar con militares armados en los territorios, como sucede en Siria. Más bien, Estados Unidos hace una guerra diferente. Ana Esther Ceceña dice que la manera de intervención ahora se hace de modo reptante, es decir, Estados Unidos avanza sigilosamente, metiéndose entre la gente, desgastando los tejidos comunitarios, sembrando miedo, confusión e incertidumbre. Después detona la intervención: los vínculos sociales, el entendimiento colectivo o el sentido común, se consumen a través de un bombardeo desde los medios masivos de comunicación (Ceceña)[4].
La OEA emitió un informe final acerca del supuesto fraude electoral de Morales. El CELAG, después de analizarlo, concluyó que los argumentos de la OEA incurren en debilidades manifiestas (CELAG, p. 10). Incluso en el mismo informe se puede verificar que no hubo faltas mayores hacia la democracia:
Aun en el supuesto que admitamos todos los argumentos de la OEA y que, efectivamente, el presunto “fraude” detectado en el 4,8% de su muestra altamente sesgada pudiera asignarse al 100% a la oposición y extenderse al universo total del 5% de las actas finales del conjunto del escrutinio que no pasaron por el TREP, el resultado del proceso electoral sería de 46,83% para Evo Morales y 36,75% para Carlos Mesa, lo que habría mantenido la diferencia entre ambos en 10,08%, dándole la victoria a Evo Morales en primera vuelta. (CELAG, p. 10).
Por otro lado, el nuevo régimen se presenta junto con la intervención del gobierno estadounidense. Anderson cuenta que, cuando entrevistó a Áñez, un hombre de traje se presentó como el secretario privado, Erick Foronda, quien había sido asesor de la embajada estadounidense en La Paz y que ahora es agente de la CIA. Morales, en su mandato, expulsó a Foronda y a la D.E.A. del país, pues criticaba a Estados Unidos por entrometerse en Bolivia (Anderson). Esto deja claro la presencia física de los estadounidenses, incluso en el propio gabinete.
Aunque el golpe de estado dejó un enojo atroz para los conscientes del imperialismo yanqui, el mismo presidente de Estados Unidos lo celebró el 11 de noviembre de 2019:
La renuncia ayer del presidente boliviano Evo Morales es un momento significativo para la democracia en el hemisferio occidental. Después de casi catorce años y de su reciente intento de desconocer la constitución boliviana y la voluntad del pueblo, la salida de Morales preserva la democracia y allana el camino para que se escuche la voz del pueblo boliviano. Estados Unidos aplaude al pueblo boliviano por demandar la libertad, así como a las fuerzas armadas bolivianas por cumplir con su juramento de defender no solamente a una sola persona, sino a la constitución de Bolivia. Estos eventos envían una fuerte señal a los regímenes ilegítimos de Venezuela y Nicaragua de que la democracia y la voluntad del pueblo siempre prevalecerán. Estamos ahora un paso más cerca para que todo el hemisferio occidental sea democrático, próspero y libre[5].
El nuevo régimen puede considerarse, a mi parecer, un gobierno exótico. Martí llamaba exóticos a los políticos de cuyas ambiciones y pensamientos arrogantes gobiernan, sin conocimiento de los problemas del país, por medio de sentimientos exaltados y unánimes (Martí, p. 35). Si se resuelve el problema después de conocer sus elementos, sería más sencillo que resolver el problema sin conocerlos. Así, “conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías” (Martí, p. 34).
Conclusión
El intervencionismo de Estados Unidos queda esclarecido ante la presencia de los elementos expuestos a lo largo de este ensayo. Al compararse con el tema contemporáneo de Bolivia, José Martí, aunque fue un autor de finales del siglo XIX, persiste como un pensador actual a la vez que transmite sus bases de la América independiente. El imperialismo que, de modo clandestino, amenaza a Bolivia, se desarrolla para conseguir los fines políticos, con afanes de conquista.
Poco a poco, la América Latina se descoloniza y se reconstruye, aportando nuevas ideas de justicia, paz e independencia. Sin embargo, como sucedió en Bolivia, también retrocede a la indiferencia, vuelve a los fanatismos religiosos, a los desprecios, a la desunión de los pueblos. La América Latina nunca fue, ni debe ser, dependiente de Estados Unidos. Es una América libre que lucha para desatarse de las cadenas de la esclavitud y construir nuevos porvenires. Así como Bolivia, pueblo de feroz fortaleza, la América se revelará como lo ha hecho en el pasado, imponiendo su lucha por el bien común y acabando con la desigualdad que desfigura al pueblo. “¿Adónde va la América, y quién la junta y guía? Sola, y como un pueblo, se levanta. Sola pelea. Vencerá, sola” (Martí, p. 28).
Referencias
Anderson, Jon Lee. Trad, Daniel Saldaña París. “La caída de Evo Morales”. The New Yorker. Abril 7, 2020. [Consultado el 2 de septiembre de 2020] En: https://www.newyorker.com/magazine/2020/03/23/la-caida-de-evo-morales
Ceceña, Ana Esther. “¿Guerra civil en Venezuela?”. Revista América Latina en Movimiento. Julio 3, 2017. [Consultado el 5 de septiembre de 2020] En: https://www.alainet.org/es/articulo/186528
CELAG. “Análisis del informe final de la OEA sobre las elecciones en Bolivia”. CELAG. [Consultado el 2 de septiembre de 2020] En: https://www.celag.org/wp-content/uploads/2019/12/analisis-del-informe-final-de-la-oea-sobre-las-elecciones-en-bolivia.pdf
Crowther, Herbert. “Bolivia’s role in the energy transition threatened by lithium uncertainty”. Atlantic Council. Agosto 6, 2018. [Consultado el 3 de septiembre de 2020] En: https://www.atlanticcouncil.org/commentary/energysource-explains-bolivia-s-role-in-energy-transition-threatened-by-lithium-uncertainty/
Martí, José. Nuestra América. Biblioteca Ayacucho, 2005.
Romano, Silvia, et al. “EE. UU. y la construcción del golpe en Bolivia”. CELAG. Noviembre, 2019. [Consultado el 2 de septiembre de 2020] En: https://www.celag.org/wp-content/uploads/2019/11/ee-uu-y-la-construccion-del-golpe-en-bolivia-1.pdf
[1] Para un enfoque más específico en la libertad de consumo, recomiendo “La crítica de la cultura y la sociedad” de Theodor Adorno.
[2] Véase el discurso de Martí “Con todos y para el bien de todos”.
[3] Véase el mapa de riquezas naturales por Ana Esther Ceceña: http://geopolitica.iiec.unam.mx/node/796
[4] De la misma autora, recomiendo revisar el mapa global de las zonas de guerra en el 2019, en: http://geopolitica.iiec.unam.mx/node/795.
[5] https://translations.state.gov/2019/11/11/declaraciones-del-presidente-donald-j-trump-respecto-a-la-renuncia-del-presidente-boliviano-evo-morales/
Ilustración por Emilio Morales Ruiz