Christian Martínez
Este escrito pretende ser el inicio de un diálogo abierto e incluso una iniciación de debate sobre un tema que me parece muy relevante en los tiempos actuales. Siguiendo la propuesta que la compañera Eva Machado ha delineado en un artículo anterior –publicado en esta revista–, titulado Política Regenerativa, me atrevo a contribuir con algunas ideas con la esperanza que podamos ir desarrollando en colectivo este concepto propuesto por Eva Machado.
Al igual que ella, nosotros creemos que las emociones tienen una importancia preponderante en nuestra vida cotidiana y, por lo mismo, hay que ser conscientes de sus efectos e implicaciones para poder actuar correctamente en nuestro entorno, para poder contribuir de la mejor manera. Las emociones y la política son intrínsecas al ser humano, por lo que aprender a manejarlas es un arte que deberíamos ir aprendiendo constantemente, con la ayuda de la comunidad, por supuesto.
Me gustaría comenzar rescatando algunas ideas en relación a lo que entendemos por política, sin adentrarme a los debates extensos que diversos teóricos han llevado a cabo y, sustentar el concepto desde el punto de vista de dos filósofos Latinoamericanos, Bolívar Echeverría y Enrique Dussel. Para Echeverría es imprescindible distinguir entre lo que entendemos por política y político en el discurso moderno dominante, ya que éste asume que la política subsume a lo político. Lo político entendido como la capacidad de decidir sobre los asuntos de nuestras vidas en la sociedad, de alterar y cambiar la legalidad, como comunidad y sociabilidad que se convierte en sustancia de lo que somos, seres sociales que nos reafirmamos en la fundación y re-fundación de nuestras sociedades, por lo que lo político siempre está presente en la vida social cotidiana.
Así pues, lo político tendría que entenderse desde dos perspectivas: desde la actividad meramente política por un lado y, desde un plano imaginario de ‘apoliticidad’ por el otro. La primera se manifiesta en la institucionalidad social que impone la voluntad comunitaria en su desarrollo, en sus contradicciones sociales, con su clase política, leyes y normas que se convierten en lo cotidiano. La segunda hace su aparición en esa ruptura con dicha cotidianidad institucionalizada a través de las experiencias lúdicas, festivas, estéticas, etc., que representan la sustancia de la forma que vivimos en medio de nuestras labores diarias. De este modo, para Bolívar Echevarría entender lo político sería poner en práctica ambas versiones que se actualizan constantemente en sus propias complejidades y contradicciones, las cuales no se restringen a los límites de la nación o de una colectividad local, sino a todos los seres humanos. Entonces, reducir lo político sólo y exclusivamente a la esfera de la política pura, a su clase política o al Estado, es no comprender la complejidad de lo político en los seres humanos, y esa es una característica de la época que vivimos, de crisis global de la cultura política moderna –rastreada desde Hegel con su progresismo dialéctico y jerarquizado que culmina con su ‘verdad absoluta’ reflejada en el Estado o la sociedad política así parcialmente entendida.
Porque si bien es cierto que este desenvolvimiento histórico convierte la política espontánea –que se da dentro de la familia o en la sociedad civil– en política estatal, no se puede negar la otra esfera antes mencionada, la que aparece como ruptura, discontinuidad, como aparentemente `apolítica´, pues se da como actividad autoconsciente de la comunidad en convivencia, unida por una idea conectada con el bien común. Ésta perspectiva es la que nos dice Bolívar Echeverría hay que acercarnos a describir y explicar, como un mecanismo omni-integrador que supera y refuncionaliza la política puramente dominante.
Por lo que se refiere al pensamiento Dusseliano, es importante recalcar su énfasis en la perspectiva decolonial, despojada de concepciones eurocéntricas que ha dominado la epistemología global. Sin profundizar en sus tesis decoloniales, es importante tener en cuenta su enfoque de estudio, ya que eso nos permitirá entender que cuando habla de política, recurre a ciertas categorías universales que no exclusivamente provienen de Europa –o de la supuesta cuna de la civilización occidental como es considerada Grecia–, sino de civilizaciones más antiguas como la egipcia, india, asiática y americana, completamente relegadas por el discurso académico dominante. Cuando Dussel nos dice que en términos éticos, un acto es bueno cuando ha sido válido y, lo válido entendido como un acuerdo en la comunidad que se vuelve irrefutable porque todxs han participado en la aprobación –o rechazo– de dicho acto; así Dussel nos recuerda que lo que es válido en ética es lo legítimo en política, es decir, es avalado y sustentado por la comunidad, por las mayorías. Así podemos ver a la política desde su esfera institucional con una base ética, sustentada en procesos consensuados, legítimos. Por consiguiente, estos elementos de análisis nos pueden brindar un piso epistemológico o marco teórico para pensar la Política Regenerativa, con sus elementos éticos legitimizadores y lo político en la política.
Así mismo, también creemos que la dualidad en el universo y la naturaleza es innegable y los aspectos sociales que vivimos los seres humanos no están exentos de dicha dinámica universal reflejada en nuestros pensamientos, actitudes, valoraciones, etc; por lo que el método dialéctico ayuda a entender claramente estas complejidades. Así pues, querida Eva, me parece también importante recurrir a la historia para poder entendernos. Decían por ahí que no podemos construir nuestro futuro si no sabemos donde estamos parados, si no conocemos nuestro pasado para entender nuestro presente. Por eso mismo, cuando hablamos de partidos de izquierda y de derecha, como las dos polaridades del espectro político emanado desde la Revolución Francesa, se precisa tomar un bando. No está de más recordar que quienes conformaron en ese entonces el lado izquierdo, representaban a las mayorías que querían tener acceso a la participación política negada por el régimen feudal y, por el contrario, el lado derecho por quienes querían mantener sus privilegios feudales y de clase. Como sabemos, ambos espectros políticos han mutado a más de 200 años de las primeras repúblicas modernas, y con esas mutaciones podemos encontrar partidos políticos con matices y banderas de lucha más específicas, pero todos empujados hacía un lado o hacía otro, hacía la izquierda o derecha. Recientemente se ha generado un debate en torno a la utilización de esta dualidad política, entre quienes ven obsoleto su utilización –por la diversidad de agendas que a veces se confunden y por la pérdida de seguidores que ya no ven diferencia alguna entre dichas formaciones políticas– y quienes creen necesario seguir diferenciando las posturas. Nosotros creemos que la utilización de la ‘izquierda’ como concepto se ha ido denigrando y ha tenido que mutar de forma –para llegar a las mayorías descontentas y confusas adjudicándose diversos lemas y consignas–, pero ha querido mantener su esencia –que representa a la clase trabajadora, a las mayorías– a pesar de sus derrotas. La evolución de las condiciones materiales, psicológicas y emocionales de las poblaciones han cambiado, por lo tanto, los conceptos utilizados tanto para explicar la realidad social como para actuar, transformar e incidir en ella también tienen que hacerlo, aunque sea de forma y no de contenido como lo han hecho las formaciones políticas en México(MORENA y su dualidad: el pueblo y los de la Mafia en el Poder), EZLN(y su dualidad: los de abajo y los de arriba); en España(PODEMOS y su dualidad: el pueblo y la casta); y así en otros países de desarrollan plataformas parecidas, lo que algunos llaman de plataformas populistas (que según Ernesto Laclau, se puede dar en ambos espectros políticos e ideológicos, de populismos de derecha o de izquierda, pues el populismo es entendido como estrategia política). El populismo tiene mucho que ver con el manejo de las emociones de las masas.
Entonces, el espectro político en el cual nos definamos y posicionemos no solo tiene que ver por nuestros intereses individuales, familiares, de grupo, etc., sino también por nuestro conocimiento objetivo, racional, científico y más aún, por nuestras convicciones éticas, por nuestra voluntad de cambio, o no. El espectro ideológico de izquierda al cual pertenezco – en esta evolución histórica actualmente la consideramos ‘progresista’, porque abarca muchas otras banderas de lucha–, no solo reinvindica un cambio social radical donde no existan explotados ni explotadores, ni ricos ni pobres y, por lo mismo, también pelea y propugna por políticas ecológicas, de género, de derechos de la humanidad, etc., es decir, queremos contribuir, enriquecer y suscribir el concepto que propones con la finalidad que pueda ser un trabajo que articule a más compañerxs, querida Eva Machado: la Política Regenerativa.
Por eso creemos que la psicología y sus métodos de estudio nos pueden ayudar a descifrar lo oculto del ser humano en su complejidad dual, y con el afán de construir lazos y puentes de conocimiento para articular un movimiento que abra espacios a quienes no se conforman con el canon imperante, de desigualdad, opresión y pobreza. Creemos que la Política Regenerativa podría “promover el uso de la habilidad de los seres humanos de auto responsabilizarse de sí mismos para producir las estructuras de convivencia que necesitamos, partiendo de la diversidad y la sinergia entre nuestros perfiles ideológicos y culturales adaptados al momento y circunstancia”, agregaríamos: con la finalidad del bien común.
Es preciso recordar al compañero René Jaimez cuando nos habla de una “Investigación Social Crítica”, el cual sostiene que “el desarrollo de una razón crítica va más allá del desarrollo de una razón práctica, en el sentido de que la primera parte del esfuerzo de discernimiento, pero no se conforma con la “toma de conciencia” sobre la capacidad productiva/creativa (transformadora) del sujeto en su relación con el objeto, sino que encamina ese esfuerzo hacia la construcción de lo que Eric Olin Wright llama estrategias para hacer las utopías visualizadas factibles. Encamina el esfuerzo de discernimiento hacia la necesidad de construcción de horizontes utópicos: las utopías reales de Eric Olin Wright , pero también un horizonte utópico más radical: socialista, revolucionario. Así, la Investigación Social Crítica que proponemos hace dialogar a Eric Olin Wright con Márkus para levantarse sobre la base del desarrollo de esta razón crítica utopista. La teleología emancipatoria de la Investigación Crítica, resulta del esfuerzo de discernimiento de la dialéctica producción –reproducción (praxis) y se constituye en emancipatoria a través del planteamiento de estrategias claras y específicas para construir utopías reales que forman parte de una estrategia de emancipación socialista radical”. También creemos que seguir los pasos a ésta Investigación Social Crítica necesita de elementos de interpretación psicológica y la neurociencia que nos ayude a entender a profundidad dichos procesos emancipatorios. La política se trata de ser y hacer una mejor persona, pues es en beneficio de la comunidad, de su existencia.
Entonces, tendremos que reformular como entendemos la política, no como la hemos entendido hasta ahora, en un sentido negativo, que como nos comenta Julio César –también en nuestra revista[1]– “las vidas de las personas que por razones de desigualdad estructurales, en los países pobres como México, la mayoría de las poblaciones solo tienen la posibilidad de mal comer y mal vivir por consecuencia de gobiernos corruptos que, al amparo de la impunidad, engrandecen sus bolsillos personales y de pandilla”. Tenemos el deber ético de cambiar estas realidades a quienes hemos tenido el privilegio y la oportunidad de tener acceso a la educación.
Por lo mismo y queriendo contribuir a las preguntas formuladas, me gustaría dar algunas respuestas, quizás equivocadas, pero abiertas al debate con la finalidad de seguir contribuyendo.
¿Sería práctico o positivo una sociedad en la que diferentes sectores de la vida fueran regidos por distintos partidos ideológicos?
Creo que así ha pasado y ha sido positivo, porque confirma la división de clases y la realidad establecida que ha devenido a través de la historia, donde diferentes sectores, incluso opuestos, han gobernado y han pertenecido a distintos partidos ideológicos. Actualmente incluso hay coaliciones.
¿Podríamos acordar una serie de áreas en las que dejar las ideologías de lado y se tomen decisiones en base a una serie de valores acordados conjuntamente? Por ejemplo, como se intentó que fuera el sistema de la división de poderes.
Efectivamente, creo que en el entendido del bien común(y no individual) de las voluntades puede ser el eje que pueda posibilitar el alejamiento de las ideologías, pues al ponerse por encima a la comunidad y sus necesidades, el aspecto ideológico solo quedaría en un sector muy minoritario que busca sólo su beneficio individual. La división de poderes es un ejemplo de lucha en ese sentido, la instauración de las Repúblicas modernas y su división de poderes en el Estado burgués fue producto de las revueltas populares que demandaban participación política durante todo el siglo XIX. Hoy es algo normal, tenemos que luchar por volver las demandas actuales (ecológicas, redistributivas de riqueza, género, desigualdad y pobreza, ingreso básico universal, etc.) en la norma diaria, esa es la lucha.
¿Podría haber sectores donde se contara más a menudo con la participación ciudadana para las decisiones, y otras áreas en las que se emplearan criterios técnicos que fueran asesorados por técnicos expertos?
Al parecer eso ha venido pasando y no ha tenido grandes repercusiones por la corrupción, por el ímpetu de búsqueda por la ganancia personal en detrimento del bien común, eso hay que cambiarlo. Tenemos que propugnar por una sociedad donde todxs tengan la misma oportunidad de acceso a la educación para que no sólo sean ‘los especialistas’ quienes decidan el rumbo que nos compete a todxs, sino que seamos todxs capaces de refuncionalizar nuestra vida social. Evidentemente hay quienes se especializarán en determinados temas y podrían contribuir más que otrxs, pero eso no excluye que las mayorías sepan de esos conocimientos especializados y que las mayorías decidan independientemente de dicho conocimiento individual ‘especializado’. Eso se llevará a cabo en una sociedad socialista, que debemos ir construyendo desde hoy y ahora, con nuestra participación.
¿Podríamos analizar las estructuras sociales como un cerebro donde hay tareas/áreas que se gobiernan desde principios más lógico-racionales y otros más creativo-subjetivos? o por ejemplo, con respecto a la disputa de género, ¿áreas donde las cualidades femeninas sean las estructuras regidoras y generadoras de valor y otras las cualidades masculinas?
Me parece que esta división de tareas o áreas es algo que debemos erradicar, pues como sabemos, la exclusión de las mujeres es algo intrínseco del capitalismo y su sociedad patriarcal, la cual postula eso, que las tareas ‘menos importantes’ las deben hacer las mujeres en la casa, sometidas a la cárcel familiar capitalista. Los roles o tareas importantes son de los hombres, más en la esfera pública. Eso ha venido cambiando fuertemente en las últimas décadas por la lucha de las mujeres, que han salido a las calles a reclamar sus derechos. Así mismo, se nos ha enseñado que el hombre no ‘debe’ de tener nada relacionado con lo femenino, lo masculino se exalta frente a lo femenino, lo cual es un error mayúsculo, los seres humanos no debemos negar también nuestra dualidad interna, espiritual, femenina y masculina en su dialéctica, si así es en nuestra vida biológica, natural, ¿Por qué no entenderla de la misma manera en la vida social?. Por eso creemos que la estructura social debe feminizarse, porque está no sólo masculinizada sino machísticamente dominada la esfera pública, eso hay que cambiarlo. Una sociedad socialista(que utilice al Estado sólo como un instrumento que debería de extinguirse, eliminarse en cuanto la sociedad haya madurado lo suficiente como para no necesitarlo nunca más) debería de tener esa estructura utópica dual, que de cabida a todos géneros posibles, interrelacionados y organizados por el bien común.
En este sentido, también proponemos algunos puntos hacia una Política Regenerativa:
- Desarrollar las potencialidades de un activismo que genere organización a nivel social desde el aparato productivo, convirtiendo sus ramas productivas en centros organizativos a través de redes de solidaridad y planificación alternativas de producción y consumo por medio de cooperativas (editoriales, de producción y distribución de productos y servicios, etc.)
- Creación de redes de apoyo a través de actividades de educación y difusión de conocimiento por medio de webinarios, charlas, conferencias, cursos, etc., por medios digitales y físicos cuando se pueda(por la pandemia), que nos sigan aportando ideas y propuestas para fortalecer y desarrollar el concepto.
[1] https://revistanuevarealidad.org/archivo/revista/about/articulos/julio-cesar-bello-merida/